sábado, 1 de diciembre de 2012

PARA EMPEZAR EL DÍA DE LA MEJOR MANERA

En mi casa siempre se comían solos, espolvoreados de azúcar, pero están buenísimos rellenos de nata y cubiertos de chocolate, rellenos de arroz con leche, o con lo que se os ocurra. Y aquí va su origen.

Todas las culturas mitológicas, o sea, aquellas primitivas que no proceden de una revelación puntual que determina la jerarquía de sus respectivas divinidades, iniciaban su misticismo adorando lo mas elemental, lo cotidiano, aquello que les resultaba mágico y necesario para la vida: el Cielo, la Tierra, el Sol y la Luna.
A partir de este simple concepto podemos entender como en los cinco continentes y practicamente en todos los paises que los conforman, por decirlo de forma simplista, existen obleas mas o menos sagradas, que en realidad son representaciones homeomorficas del dios Sol que fecunda la Tierra y en agradecimiento a su fruto en forma de grano (el grano se puede conservar durante meses y paliar las hambrunas gracias a su contenido en hidratos de carbono, por eso es sagrado), el hombre reproduce su imagen y le rinde culto.
/fotos/ En España estas obleas reciben diversos nombres, en Asturias frixuelos, fiyuelas, fayueles, en Galicia freixolos, freixós, filloas, en Castilla hojuelas, pero también existen en el resto del mundo, en Normandía y por extensión Francia, crêpes, en Inglaterra pancakes, en Argentina panqueques, etc.
Dependiendo del tipo de grano que se cultivase en la zona, así se elaboraba la oblea con harina de trigo, maíz, escanda, centeno, etc. y dado su caracter festivo (sagrado), se endulzaba o enriquecía igualmente con lo que dispusiera la tribu, miel, pasta de frutas, manteca, aguardiente, etc., de ahí que encontremos diversidad de obleas incluso dentro de un mismo pueblo en tiempos diferentes (en Asturias hoy se hacen con harina y azúcar blancas o sea de trigo y remolacha respectivamente, pero esto es nuevo ya que ambos productos no llegaron a nuestras tierras hasta bien entrado el siglo XIX y así hay tantos tipos de frixuelos como costumbres culinarias se hayan desarrollado en cada valle y en cada edad).
Dado su origen pagano, es costumbre comerlos en el único resquicio que la religión católica dejó libre a aquellas otras culturas con las que vivió sincréticamente durante siglos, el Carnaval, fiesta de marcado caracter solar ya que originariamente era la celebración del equinoccio de primavera, el gran ciclo en que el sol triunfa sobre las tinieblas y así fue celebrado desde que el hombre tiene raciocinio.
Afortunadamente la nueva restauración las ha recuperado del peligroso olvido en que estaban cayendo y ya es frecuente encontrarlas en muchas cartas, incluso con variantes realmente sugerentes.
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